Punto de vista. Arquímedes Carrizo – Consultor de empresas.
Una actitud optimista ante las crisis, tanto macroeconómicas (nivel país o mercado internacional) como micro (a nivel de organizaciones), es aquella que las considera como una oportunidad para mejorar (trabajar sobre errores y excesos pasados) y para crecer más y en mejores condiciones. También muchos economistas ortodoxos consideraban que las crisis periódicas servían para solidificar la economía, ya que dejaba fuera del mercado a las empresas ineficientes (eran una carga para la sociedad) y que sobrevivían gracias a los períodos de dinero fácil propios de las expansiones. Decían, además, que las crisis pinchaban las burbujas empresarias o expansiones imprudentes en base a un endeudamiento excesivo. Por lo tanto, después de una crisis emergían las empresas más competitivas y prudentes, que permitían que la economía como un todo creciera fuertemente, beneficiando a toda la comunidad.
Todo esto es cierto en la medida de que las reglas de juego de la economía, que emergen de leyes, instituciones y normas que le dan un marco a las actividades económicas, sean racionales y fomenten la inversión, la equidad y la correcta asignación y distribución de los recursos, y permitan la convivencia complementaria entre las PyME, los grandes conglomerados empresarios y los distintos factores productivos. Si las reglas de juego y el accionar de los gobiernos nacional y provinciales no cumplen con estos requisitos, durantes las crisis se puede producir:
1- Una pugna salvaje entre el Estado y los privados por los ingresos, sin importar su destino. Puede aumentar la evasión impositiva y la caída de empresas por no poder soportar una alta presión fiscal.
2- Las empresas más grandes y con mayor capacidad financiera, puede avanzar sobre los activos y negocios de las PyME. Esto generalmente no aumenta el producto total, sino que fomenta transferencias de ingresos entre sectores.
3- Los recursos financieros pueden destinarse a fines especulativos o retirados del circuito financiero para preservarlos de expropiaciones de distinto tipo. Esto reduce la inversión y el crecimiento.
4- Y, por último, el salario real cae, con toda sus nefastas consecuencias para toda la sociedad.
Es fundamental conocer cual será la actitud de los estados provincial y nacional, en especial en materia de nivel de gastos (¿austeridad para todos o sólo para los privados?); presión impositiva, y en materia de política económica para incentivar que se canalicen los escasos recursos financieros a las actividades productivas y de servicio que necesita el país. Un adecuado marco para el accionar de los agentes económicos permitirá que esta crisis se convierta en una oportunidad para empresas, empleados y el Estado. Lo contrario sólo va a generar especulación, transferencia de ingresos, y una caída en los ingresos totales de la sociedad, especialmente de los sectores más débiles. Es decir habrá unos pocos ganadores, muchos perdedores y la comunidad como un todo resultará más empobrecida.