Discutir los grandes temas económicos es una prioridad para todas las entidades u organizaciones gubernamentales y no gubernamentales de la provincia. Los índices que marcan el terreno perdido.
Las principales empresas de la provincia están cambiando de dueños, en especial en los últimos años. ¿A qué obedece tal fenómeno?, es la pregunta que suele realizarse, cada vez con más frecuencia.
Por el momento, esa reflexión tan sólo se realiza en los lugares donde no se generan actitudes que puedan modificar esa tendencia, en sentido positivo. Que un grupo de amigos hable de la «extranjerización» de las empresas de la provincia en una mesa de café no es desdeñable. Lo que resulta preocupante es el hecho de que esas charlas o debates informales no sean tomados por los funcionarios públicos, por los estudiosos e investigadores de las universidades, o por los dirigentes de diferentes organizaciones no gubernamentales.
Más allá de la gran crisis que sacudió a la Argentina toda a finales de los ?90 y a principios del siglo XXI, la provincia fue una de las que más terreno perdió en el ámbito del país durante las dos o tres últimas décadas. Los índices que muestra Tucumán en pobreza, indigencia, desocupación, niveles de inversión pública y privada, empleados en la industria, número de establecimientos industriales, transferencia de compañías locales a capitales foráneos, muestran un progresivo deterioro.
Son diversas las especulaciones que se efectúan sobre el fenómeno en cuestión. El consultor de empresas Arquímedes Carrizo, por ejemplo, considera que el talón de Aquiles de la provincia está en el deficiente grado de desarrollo social. Basa su apreciación en lo conceptos vertidos por Francis Fukuyama. El economista e investigador japonés-norteamericano en su libro «La gran ruptura» analiza la incidencia del capital social, conformado por las instituciones públicas y privadas, conductas o valores éticos que canalizan, impulsan y premian el accionar de los ciudadanos y de las organizaciones. En ese escenario, el capital social puede resultar útil , o no, y ser productivo para toda la sociedad, incorporando mayor valor económico y social a la comunidad.
Tomando en cuenta esa tesitura, Carrizo estima que en Tucumán predominaron los valores negativos.
Así destaca que, en los últimos años, fue cambiando de manos una cantidad creciente de empresas locales, que fue comprada por capitales multinacionales o de otras partes del país. Eso ocurrió y sigue dándose en la citricultura, en la industria azucarera, en el agro en general, en el área de servicios, y en el comercio.
No obstante, el también consultor de empresas, José Mario Laks, resalta que no sólo en Tucumán se produjo un notable cambio de «bandera» de las empresas e inversiones, sino en gran parte del país.
Indica Laks que después de la gran crisis, de los U$S 26.000 millones que ingresaron en 2000 a la Argentina, en 2002 sólo llegaron U$S 2.900 millones. Esa cifra, según el consultor, no se modificó en 2003, pero si comenzó a repuntar en 2004, cuando el ingreso de capitales superó los U$S 8.700 millones. Señala, además, que en el primer semestre de este año, arribaron más de U$S 7.700 millones.
En ese contexto, Laks dice que siempre le resultó difícil entender la actitud del empresariado tucumano, en particular, y del argentino, en general. «Cómo resulta posible que empresas que no vendieron durante los ?90 buscaron expandirse hacia otros países y no hicieron los negocios que los extranjeros vieron. Desgraciadamente esto no es nuevo, porque durante mucho tiempo una gran parte del empresariado nacional tuvo como actitud prioritaria usar al Estado para que este no intervenga o pedir que sí lo haga. Esa mentalidad sirvió para que algunos hagan un buen negocio y otros pierdan todo», reflexionó Laks.
El consultor considera, también, que si bien el Estado alentó durante los ?90 esa actitud privatizadora y extranjerizante, hoy el Estado está reaccionando con lentitud para premiar la reinversión de utilidades. «No cabe duda que es cada empresario quien hace su negocio, pero es el Estado quien debe regular la economía, quien debe conocer los problemas que ocasiona la extranjerización de la economía y quien debe ejercer con firmeza su rol, luego de las negativas experiencia sufridas», observó Laks.
Más allá de las distintas apreciaciones que se puedan aportar sobre el fenómeno de extranjerización de empresas en Tucumán, que no es nada más que una réplica de lo que ocurre en un mundo globalizado, no es menos cierto que en la provincia deben comenzar a discutirse, en los distintos niveles, los grandes temas económicos.
¿Cómo hacer ese análisis? ¿Qué medidas deben adoptarse posteriormente para mejorar la delicada situación económica y social de la provincia? La respuesta a esos interrogantes le cabe a un foro integrado por el gobierno provincial, las universidades, colegios de graduados de distintas disciplinas y todas las instituciones que de una u otra forma tienen influencia en la actividad de Tucumán. Tener en cuenta el mercado nacional e internacional para los productos que se producen y están en condiciones de generarse en la provincia; reformular el sistema impositivo; permitir el desarrollo de las PyME, principales generadoras de empleo, y consolidar las instituciones públicas y privadas son, apenas, algunos de los caminos que permitirán plasmar un destino más promisorio para la provincia.