A mediados de esa década todo se cayó por el aumento del gasto. La recesión finalizó antes en el país que en la provincia.
El consultor Arquímedes Carrizo reseñó el comportamiento del sector público tucumano desde la década del 90 a la fecha.
En 1991 -señala-, las cuentas de la provincia estaban equilibradas y a partir de allí la recaudación y los aportes de la Nación creció en forma continua hasta 1997. En 1993 el Estado provincial firmó el Pacto Fiscal Federal que lo comprometía a eliminar los impuestos distorsivos. La caída en la recaudación local iba a ser compensada en exceso por la mayor coparticipación federal, producto del aumento de la presión fiscal nacional, pero el Gobierno provincial no cumplió con el pacto, y solo hizo pequeños maquillajes en los impuestos distorsivos, sin eliminarlos. Usó el mayor financiamiento para nuevo gasto público improductivo.En 1995, el Gobierno local sólo tuvo resultados deficitarios. Los contínuos saldos negativos eran financiados con fondos tomados en el sistema financiero nacional y local, y con financiamiento forzoso, como los Bocade o el pago de deudas con otros títulos.
Carrizo sostiene que el déficit fiscal provincial provocó un daño indirecto muy grande en toda la economía local: a) Las altas tasas de retorno reales que tenían los títulos públicos o la deuda estatal aumentaban el costo del financiamiento para el sector privado, reduciendo la inversión o absorbiendo parte de lo ganado por los privados en eficiencia productiva. b) El Bocade generó grandes transferencias de ingresos desde los sectores que estaban forzados a recibirlos. El descontrol en el gasto estatal hizo que el mercado de capitales de Tucumán funcionara inadecuadamente, distorsionando el resto de la economía.
El consultor entiende que la no reforma de los códigos tributarios provincial y municipales y, por ende, el no cumplimiento del Pacto Fiscal Federal, eliminando los impuestos distorsivos, produjo la quiebra e impidió el desarrollo de la microempresas y de las PyME, por el alto nivel de presión fiscal teórica y por la complejidad del sistema tributario. «Si una PyME decide iniciar un negocio bajo la forma de una SRL, antes de hacer actividad alguna tiene que pagar un 1,4% sobre capital inicial por Sellos y gastos de inscripción en el Registro Público de Comercio; si ese capital es líquido, en cuanto se deposite en una cuenta corriente bancaria perderá otro 0,50% por retenciones de Ingresos Brutos y un 1,2% por el Impuesto a los Débitos y Créditos, sin contar que los socios tienen que pagar un importe adicional en concepto de autónomos, aunque aporten por tareas en relación de dependencia», indicó.
Mayores ingresos
En el primer semestre del año, como a inicios de los 90, el sector público provincial se está beneficiando con una suba del 67% en la recaudación fiscal y del 33% en las transferencias de la Nación. Este crecimiento en los ingresos seguirá aumentando en el futuro, por la recuperación de la economía, y para 2004 ya se anuncian envíos de la Nación de unos $ 1.000 millones, un 83 % más que en 2002. Esta mayor recaudación permitió equilibrar las finanzas públicas, pero el problema es que no se advierte reforma en el Estado, con un gasto que creció un 20% respecto de 2002.
Aprovechando la experiencia de los indicadores nacionales del ciclo económico, desde hace un año el economista Juan Mario Jorrat construye el Indice Mensual de Actividad Económica de Tucumán (IMAT) con inicio en enero de 1994, en la UNT. Este índice refleja aspectos de la economía provincial y se vincula estrechamente con la actividad nacional.
Con esa medida de la actividad mensual, Jorrat estableció el ciclo económico propio de Tucumán. Así pudo determinar que la recesión en Tucumán finalizó en diciembre de 2002. «Pero, lo que es alarmante es que las recesiones duran en nuestra provincia 12 meses más que el promedio nacional; mientras, la expansión 1995-98 duró 11 meses menos que en Argentina», apuntó.
Según el experto, de continuar esta situación la provincia perderá su posicionamiento relativo en el contexto nacional y regional y tendrá un serio problema de convergencia al nivel de actividad nacional. «Si bien en este análisis sólo se toma en cuenta la duración de las fases del ciclo económico y no las velocidades del nivel de actividad en ellas, la velocidad de la recuperación en Tucumán no supera a la nacional, idea que se percibe de manera general por datos de series particulares», remarcó.
Jorrat dijo que la velocidad de la presente expansión es pequeña y se desaceleró en setiembre, un 1,4% anual, por debajo de la tasa crítica del 2,8% anual. También, el Indice de Difusión, que mide el porcentaje de señales positivas en los últimos seis meses entre los indicadores que forman el IMAT, volvió a acercarse al valor crítico del 50% en setiembre de 2003, lo que demuestra un languidecer en las señales positivas en los últimos meses. En contraposición a esto -añadió-, a nivel nacional son claras las señales positivas, post-devaluación, en los índices compuestos Coincidente y Líder, especialmente tras el arreglo con el FMI.
En 1991, la desregulación de la actividad azucarera provocó un importante ajuste en el sector con efectos dolorosos en el corto plazo (salieron del mercado cerca de 3.000 productores agrícolas y llevo a los tribunales a todos los ingenios), pero con resultados positivos en el largo plazo ya que permitió mejoras notables en la competitividad y management del sector, atrayendo la atención de nuevos e importantes inversores.
Carrizo sostiene que Tucumán tiene casi dos tercios de la producción de azúcar del país, de manera que un manejo razonable de la oferta es posible y necesario. «Lamentablemente sólo en tres años de los 90 se lograron precios razonables, y en el resto de los años se transfirieron recursos por varias centenas de millones de dólares a los consumidores domiciliarios e industriales del país», destacó.
El sector azucarero acaba de tener dos excelentes zafras en materia productiva y comercial con resultados muy convenientes para los productores y la economía local. «Esta mejora en los balances de los productores los llevo a incorporar mejores tecnologías y a aumentar el área sembrada, lo que provocará importantes aumentos en la producción», dice Carrizo. Considera que este aumento no podrá ser absorbido por el mercado interno en el corto plazo, por lo que, si no se exporta, provocará una nueva crisis en el sector, como ocurrió en la segunda mitad de los 90.
Los cambios favorables en los precios relativos post-devaluación y la maduración de las inversiones en los 90 hizo que el sector azucarero tenga unos de los costos de producción más bajos del mundo. Este hecho permite que se pueda exportar una porción mayor de la producción en forma permanente y tener un desarrollo sostenido en el tiempo con la mayor demanda que tendrá el mercado interno, el mercado libre mundial y la demanda que se genere en otros productos a partir de la sacarosa, salteando en nefasto ciclo azucarero. «Pero para que ello suceda es necesario que el mercado interno no se deteriore con sobreofertas y sirva para cubrir los costos fijos totales de los productores, de manera que se puedan enfrentar los bajos precios internacionales sólo con los costos marginales», precisa Carrizo.
Posición dominante
El especialista también destaca que el sector citrícola tucumano, no obstante lo que consiguió en la última década, no logra optimizar su posición dominante en el mercado y gran parte de su eficiencia es transferida a los consumidores de otros países o a brokers.
La citricultura tiene un rol relevante en el mercado en fresco y en el de jugos concentrados. La formación de los precios de estos mercados y puede definir su tendencia con un manejo racional», apuntó. Sostuvo que el potencial de crecimiento en este sector es muy importante tanto en sus actuales productos como en otros con mayor valor agregado.
JULIO COLOMBRES
INDUSTRIAL AZUCARERO
Faltan instituciones prestigiadas
El Estado debe dejar de estar al servicio de las oligarquías
Nos falta todo para lograr un Tucumán mejor.
Nos falta , primero, hacer un profundo examen de conciencia sobre la responsabilidad que a cada uno nos cabe, pedir perdón y empezar a trabajar para reparar lo mal hecho.
Nos faltan dirigentes civiles, sociales y políticos con aptitud y actitud de tales, con vigor, convicción, austeridad y compromiso ético suficiente para renunciar a la comodidad y a la tentación del poder y dedicarse a la dura construcción de una sociedad para todos. n Nos faltan instituciones prestigiadas desde la ejemplaridad de sus desempeños y desde la conducta de los que las forman para generar un titánico esfuerzo colectivo.
Nos falta una pacífica guerra para reconstruir la comunidad de los tucumanos, para dar de comer, curar al enfermo , generar trabajo, reconstruir la mente de todos nosotros y para construir una nueva cultura tucumana verdaderamente comprometida y solidaria
Necesitamos una nueva cultura para dar valor al cumplimiento de nuestras obligaciones, sean ellas civiles, sociales, familiares o políticas; para que el éxito sea el resultado del esfuerzo y del compromiso, para que la educación y el trabajo permitan ser artífices de nuestro destino.
Debemos lograr que el Estado deje de estar al servicio de oligarquías y sólo exista en beneficio de todos y cada uno de los tucumanos.
Respetando y haciendo respetar las leyes tenemos que terminar con la impunidad de los que no cumplen con sus comprovincianos y aprovechan el poder en beneficio personal o sectorial.
ARQUIMEDES CARRIZO
CONSULTOR DE EMPRESAS
Urge una reforma del Estado
El gasto no ético debe apuntar a una mejor calidad de vida de todos
Los sectores azucarero, citrícola y el público, como así también otros de la economía provincial, están en un excelente punto de partida para enfrentar un proceso de desarrollo sostenido, en la medida de que cada uno cumpla con racionalidad, eficiencia y ética el rol que le compete.
Los gobiernos provincial y municipal deben realizar una reforma del Estado para que el gasto improductivo y no ético se destine a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y la infraestructura, que sirve al sector privado de la economía. Esta reforma debe incluir un drástico cambio en lo códigos tributarios provincial y municipales, eliminados los impuestos distorsivos y dando un trato especial a las PyME.
Si se logra un Presupuesto provincial equilibrado, un Estado que haga cumplir la Ley y que junto con los empresarios defienda las producciones locales eficientes de los subsidios y lobbies extranjeros y nacionales, podremos pensar en contexto interesante para que los tucumanos puedan desarrollarse.
El sector privado -especialmente el azucarero y citrícola- debe aprender de la historia y poner en práctica técnicas de management que permitan defender sus ingresos y evitar que los resultados de la eficiencia sectorial se transfieran a los consumidores.
El azúcar en el mercado interno y el limón en el exterior son formadores de precios; son los grandes responsables de los buenos o malos valores del producto. Parte de los excedentes de estos sectores deben destinarse para desarrollos tecnológicos agrícola e industrial, y de marketing, en el mercado interno e internacional, de manera que se pueda mantener la competitividad con bajos costos. El Estado local debe incentivar este aspecto vía la política impositiva, la cooperación con los privados y destinando más recursos a la Estación Experimental.